Última actualización: 2024-05-07

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La alcaldesa de Palmer

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  • 07/05/2024 - 15:53
    Estación Palmer.
    Foto. Sargento Segundo Ervin Maldonado/Armada Nacional.

    Febrero 3. Haber podido llegar nuevamente a la Estación de Investigaciones Palmer, una de varias que Estados Unidos mantiene en el continente antártico, donde viví seis semanas en el 2009, fue una experiencia tanto mejor por haberlo hecho con la Primera Expedición Colombiana a la Antártida. Saludar a la directora y vieja amiga Rebecca Shoop, y presentarle al comandante del buque y al director científico de nuestra expedición, fue importante para mí, y espero que lo sea para el futuro de la cooperación antártica entre Colombia y EE.UU.

    Como directora de la estación de investigaciones, Shoop es la alcaldesa de una pequeña ciudad remota de 40 o menos personas, en la que todos dependen de todos. La dinámica de trabajo en Palmer es como una maquinaria bien aceitada en la que cada persona tiene una responsabilidad exacta, que cumple a cabalidad. La dinámica social es como la de una familia donde los hermanos se llevan muy bien. Por lo general cuando algo va mal la misma comunidad se encarga de autorregularse, con una mínima participación de Shoop. 

    Ella es una veterana del antártico. Lleva varios años como directora, viniendo a quedarse un mínimo de cuatro meses, luego de los cuales es sucedida por otro codirector, ya que la National Science Foundation dispuso que Palmer, al igual que McMurdo (del otro lado de las Montañas Transantárticas) y Amundsen-Scott (en el polo sur geográfico), debe estar abierta todo el año.

      “No todo el mundo está cortado para este trabajo”, dice Shoop. “Son muchos meses lejos de la familia. Tienes que ser adaptable, comunicativo, flexible. No debes estar pensando todo el tiempo en lo que no tienes, en la novia, en la falta que te hace. Hay que aprender a gozar del trabajo, del entorno, de la comida. Por eso la comida es tan buena en Palmer: es algo que está diseñado para mantener en buen estado la moral de la gente, lo mismo que en los submarinos”.

    Tanto, que en ocasiones vienen chefs graduadas del Cordon Bleu en Paris.  Las cenas de Palmer varían desde sopa de cebolla a la francesa, tortas tatins de manzana y carnes de alto vuelo, hasta la comida nostálgica de las regiones de origen de los ciudadanos de Palmer. Aprenderlas es parte de la descripción del trabajo de las dos chefs.

    Shoop también tiene que saber caminar esa delgada línea entre su posición como directora y aquella como camarada de la gente. “Si estás siempre en la oficina, tiendes a perderte de lo que está pasando y corres el riesgo de que te perciban como inaccesible. Pero si te pasas demasiado tiempo siendo camarada y tomando cervezas en el bar, entonces no eres efectivo. Además, hay que dejar que la gente se sienta a su anchas, sin tenerte encima todo el tiempo”.

    Sus otros deberes incluyen el mantenimiento en general de las instalaciones, y el manejar el presupuesto.

     “En la estación nos gastamos unos 2.5 millones de dólares al año y el total destinado a la Antártica son 450 millones. Eso incluye todo: salarios del personal, seguros, logística de barcos, aviones, helicópteros, combustible (aquí usamos 100,000 galones anuales para los generadores y las zodiacs), comida, etc. Todo. Es apenas una pequeña parte del presupuesto de la NSF de más o menos 6 mil millones anuales. Y a cambio de eso el Programa Antártico entrega ciencia de la más alta calidad”.

    Si el verano es una explosión de vida, el invierno en la latitud 64 Sur, es según Shoop alucinantemente bello.  “Sólo hay unas cuatro horas de luz, pero qué luz más extraña y espectacular. Todo es de un azul lechoso, y los témpanos brillan como si tuvieran bombillos interiores. El problema es que la gente tiene mucho menos tiempo para irse a pasear en bote, y si el domingo, que es el día libre, hace mal tiempo, pues no hay forma de asomar las narices. Pero a mí me encanta esa época porque uno se recoge, escribe, lee y ve buenas películas”.

    El 21 de julio es el solsticio de invierno (el día más corto de las regiones australes), y siempre ha sido un día que se marca en el calendario antártico. “Desde la época de Shackleton y Scott, todos los exploradores de este continente han celebrado este día que marca la mitad del invierno, y que significa más para nosotros que la navidad. Entonces intercambiamos tarjetas de saludos y regalos especiales con las demás estaciones, incluso la Casa Blanca nos manda mensajes de buenos deseos”.

    La otra parte del trabajo de Shoop consiste en ser la embajadora antártica ante los buques de crucero de placer y los de expediciones científicas que visitan el Archipiélago Palmer. “Cuando llega el verano a veces tenemos hasta 2 y 3 cruceros por semana, y eso es la locura porque cada vez tengo que subir a bordo con una pequeña delegación y darles una presentación sobre Palmer y la ciencia que llevamos a cabo aquí. Luego damos recorridos de la estación. Lo interesante es que uno nunca sabe quién viene a bordo. Muchas veces son directores de empresas multinacionales, políticos, gente de todo el mundo. Me gusta mucho mostrarles la ciencia que hacemos aquí”.

     

    https://www.dimar.mil.co/

    http://programaantarticocolombiano.wordpress.com/

    Autor del Blog
    Ángela Posada-Swafford Fotos: La estación Palmer, y en la otra Angela Posada con Rebecca Shoop.

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